"L'HOMME EST BON, LA SOCIETÉ LE PERVERTIT" Jean Jacques Rousseau

Y en cada uno de nosotros se encuentra la virtud y cualidad de eludir dicha perversión, primero en uno mismo, para luego ayudar a los demás en la misma intención.

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viernes, 23 de julio de 2010

AVATARES

Quizás… y tan solo quizás, la vida sea eso, y tan solo eso; y nada menos que eso: una sucesión de avatares que completan algunos hechos fortuitos –cuando suceden de una forma en que uno no calculó-, o programados –cuando el cálculo se ajusta a las pretensiones de uno-, pero, sin dudas, proyectados por la naturaleza imperante del universo, a partir del Big Bang (al menos, de acuerdo a la teoría –también calculada- de mi hijo Guido); las cosas se suceden en ese tal universo, y ocurren. Infaliblemente ocurren, gusten o no; y seguirán ocurriendo…


La popularmente conocida Logia Lautaro
, en sus pretenciosos inicios, se llenaba la boca con dicha infalibilidad. Más tarde, con sus primeros componentes ya muertos, sus sucesores –que también han de morir- comenzaron a llenarse la boca con grandezas elocuentes pero carentes de realidad autónoma, es decir, en la burda intención de proteger una supuesta tradición transmisora de realidades (cuando no verdades), debieron aceptar, asumir y adecuar, otras realidades conformadas por una idea más compacta, más tajante, “ajustada justamente” a la posible verdad de la vida: una sucesión de avatares de los que el ser humano inteligente es tan sólo un testigo lúcido que, a veces, oficia de “hábil declarante”. Por tanto, cuando algo es ineludible en su acontecer, debemos enunciarlo como realidad, aún cuando no nos agrade del todo…

Y la muerte, casi lo mismo.

¿Cómo?!?!?!


Si!... Dice Carlito (no Carlitos, sino Carlito, al igual que el personaje protagonizado por Al Pacino en “Carlito’s Way”), propietario de un almacén de aquellos montevideanos que casi no quedan, los de “libreta de fiado”, los de pasillo estrecho entre la mercadería, los de confianza y bien saber humanitario -que ya tampoco va quedando-, que la vida es grande, y que “la muerte vive de la vida”, porque si no fuera por la vida, la muerte no tendría qué comer…

Por eso, la muerte, también maneja y se deja manejar, por resortes a veces insólitos, irónicos, tragicómicos, que se pueden entender a través de un pragmatismo tan vital como mortal, tan positivo como negativo, según lo que le toque a cada quien, a cada uno…


Carlito atiende su almacén, vende, compra, regala, recibe regalos, usa un sombrero arrabalero-salsero-rumbero-sambista- pero muy, muy oriental, criollo total, no por el estilo ni el modelo precisamente, sino por la forma de usarlo, de asentarlo en la cabeza…
Los viernes de nochecita,
y a veces los sábados, igual, mientras atiende a su clientela, reune a un par de amigos detrás del mostrador, y munidos de sendos tabores, agogos, maracas y demás insturmentos rítmicos, deja fluir una jam cotidiana, que puede derivar desde el ritmo de candombe al de samba, desde la salsa a la rumba, en una amenidad que es aceptada catgóricamente con orgullo y placer por su clientela del momento. Ese tambor, casi pegadito a la cortadora de fiambre, con el codo de un moreno rozando la balanza, hace que el alma se condense en una nebulosa invisible pero entendible lúdicamente...

Y Carlito, entre otros, sabe de la vida y de la muerte, aunque haya vivido solo la vida, y sin haber vivido la muerte.

Muchos creen entenderlo, otros creen no entenderlo. No importa; ni por unos ni por los otros.

Un mismo lugar físico, captado por una cámara fotográfica a diferentes horas, puede ser motivo de inspiración para los poetas más recalcitrantes que alguien pueda imaginar.

El mismo lugar, de día o de noche, con lluvia o sol, puede resultar un foco dramático muy jodido para quien sepa y desee explotar el avatar en cuestión, a su antojo. Pero, quiérase o no, sépase o no, utilícese o no, el avatar igualmente estará; se dará; ocurrirá- Y ello no dependerá jamás del deseo o pretensión del inspirado poeta, sino exclusivamente del acontecer universal, como la vida, en la forma que sea, y la muerte, en la forma que sea también.

Un amanecer captado desde el duodécimo piso del Hospital de Clínicas Manuel Quintela de Montevideo, puede prestarse fortuitamente a la inspiración del momento de quien sea, al igual que un atardecer desde el mismo lugar. Y para ello no habrá cánones que justifiquen ni siquiera la idea. Sólo el avatar de la vida y la muerte, en su constante acontecer. Y más aún, teniendo en cuenta que un hospital es tanto un lugar de reencuentro con la vida, como un lugar de abrazo con la muerte

Como piensa el amigo Brandon… desde su cama a veces, en ese piso doce, piensa diferente a como lo hace mientras se traslada en su silla de ruedas… De la risa al llanto, hay un lapso tan absurdo, como lo es el que determina el pasaje de la vida a la muerte. Claro, el avatar correspondiente será el que a la postre dicte el justificativo de la situación. Más allá de eso, la gesta del poeta correrá por su cuenta y por cuenta de quienes lo atiendan…

Es que.., entre el tumor pulmonar y la neurona que se cayó al piso, el tipo se pone reacio a la confabulación de la ilusión vaga… No necesariamente por aquello prosaico de: “al pan, pan, y al vino, vino”, sino por lo contundente de Carlito y lo someramente altruista de Brandon… Carlito, veterano, desde su almacén de barrio, tratando de entender la vida a través del por qué de la muerte, y el otro, muy joven, desde su cama del 12, pretendiendo entender la muerte a través del por qué de la vida… El tipo, en el medio, confabulado con Guido, procurando la razón del Big Bang universal, de a ratos desde el rítmico almacén de Carlito, de a ratos desde la rítmica sala del piso doce del Clínicas, sabiendo que, en ambos ángulos, en ambos lugares, el ritmo será diferente, pero ritmo al fin.

Eso. Los avatares son los que marcan, en cerrado conciliábulo, la marcha y, a la vez, permiten que el tipo –y casi todos los tipos- se engrupan creyéndose los autores. Y las llamamos simplemente coincidencias…

Nací en Tacuarembó. Hace 62 años. Hoy, algunos uruguayos filman una película. “Miss Tacuerembó”. La protagonista en Natalia Oreiro, hincha de Rampla Juniors, igual que yo.

Ahora, el avatar marcó lo siguiente: Como Tacuarembó les quedaba lejos para la filmación, gran parte de la película fue filmada en Santa Rosa, Canelones, debido a su estética parecida a algunos lugares de Tacuarembó. Yo, hice liceo en el pueblo vecino a Santa Rosa: Sauce, Canelones, donde supuestamente nació Artigas. No me parezco a la Oreiro más que por la coincidencia de Rampla Juniors… ahí se ve como se concreta más allá de la pretensión humana, un avatar… Amén.










El Suricato.-

(el de Namibia, que a veces come cangrejo fantasma, cerca de la costa atlántica)







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